
La casa está llena de sangre
Desalmadas fieras torturaron sus cimientos
La muerte viene soplando podredumbre
La locura sigue siendo un gesto de amor

¿Cuándo amanecerán felices y sanos nuestros pies deformes?
¿Estamos condenados al martirio del Dios-Humano, al gran esbirro?
Hasta los últimos días de mayo, o noviembre, llorarás de fiebre, samaritano.
Yo no soy como tú, por eso te digo: sí tienes un don para la vida,
canta con voz luminosa tu canción de amor,
canta bajo el macizo plenilunio la canción de amor a los corderos y bienaventurados.
No te duelas por los condenados, por el monstruo-humano:
en sus ojos la vida se vuelve sangre de ríos australes.
Tú llegaste a ras de suelo hecho una larva coja de pies de asno, samaritano, e hiciste el bien.
No te sientas así: sé humano solamente
entre viejos códigos, entre fuegos de hidromiel y azahar.

Quien no tiene alma escupirá sobre tu tumba en silencio.
Sólo los días de ayuno deben ser preciosos para ti.
Tu amor y tu ternura son cantos a la tierra: no des tu aliento a los falsos creyentes,
a los mercaderes de mal nacer.
Amén, samaritano.
Tus palabras aquí las recibo, las clavo en mí con el peso del mundo.
Te dejo en la casa e’ teja. Sin arcoiris. Lloviendo palos.

No importa esto, tu rostro mañana arderá entre millones de estrellas.
Te soñaré implacable. Te amaré siempre
pelearé contigo en los campos de batalla contra todos los dioses.
Venceré, hasta después de vencido.
Sacrificaré el miedo, para vencer.

La noche habrá de caer maciza a mis espaldas. Dormiré junto a ti,
entre palabras y dagas de muerte.
DSMGKMFLKGLASDKGF
ASLFDJGLKJDAFGFJGGJ
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